Capítulo 3. Socialización y cultura (Xavier Costa Granell).

 



Este tercer capítulo trata de dar respuesta al criterio de que los seres humanos somos seres sociales por la capacidad de establecer relaciones con los otros y todo ello se establece por medio de un proceso, como es el proceso de socialización.

Para el ser humano, el mundo incluye siempre una dimensión cultural, es decir, le ayuda a situarse y a orientarse en el mundo vital. En este sentido, uno de los rasgos más notorios y diferenciadores de los seres humanos es que somos seres con cultura y sentido de lo sagrado. 

Asimismo, los seres humanos se caracterizan por disponer de unos impulsos energéticos inespecíficos "pulsiones", cuya característica fundamental se encuentra en la condición genérica de "ser abiertos al mundo".

Es así como el proceso de socialización conlleva la necesaria asimilación por parte del individuo y, a través de mecanismos de interiorización, de creencias culturales y normas predominantes. Sin embargo, existen ciertas críticas dirigidas a esta definición del concepto, ya que considera al sujeto como un ser pasivo, como recipiente, donde se introduce como relleno a la sociedad en la que vive.

Por otro lado, en este capítulo se establece la relación entre la propia actividad del sujeto y la socialización. Autores como Berger y Luckmann establecen el concepto de socialización que va más allá de la concepción clásica.
Los autores entienden este proceso como una parte de la internalización, un proceso social mediante el cual la sociedad se hace presente en el individuo, produciéndose así la creación de una realidad subjetiva y de identidad. Este término conlleva al conjunto de procesos donde se adquiere el mundo social, así como las instituciones presentes en él. 

Los autores hablan de una socialización primaria, que es la más básica e importante, relacionada con el mundo y la estructura social donde se produce su crecimiento. Determinan la socialización como "dialéctico", es decir, el niño/a genera un yo que es una identidad reflejada, ya que determina las actitudes que adoptaron, para con él, los otros significantes, es decir, llega a ser lo que los otros significantes lo consideran.

Por otro lado, se encuentra la socialización secundaria que presupone cierta división del trabajo, así como la distribución social del conocimiento. Consiste en la interiorización de los submundos institucionales y el aprendizaje de roles específicos. 

Del mismo modo, los autores hablan de la relación existente entre el propio organismo y la identidad, aspecto vinculante a la consideración de Freud acerca de la pulsión, como puente entre lo orgánico y lo anímico. 
No obstante, los autores consideran que el organismo pone límites a lo que es socialmente posible y lo social implica límites para el organismo. 

Por lo tanto, un concepto de socialización podría ser el proceso biográfico a través del cual el sujeto da salida y canaliza su energía e impulso básico, la pulsión, en actividad sociocultural, para obtener una dirección y orientación existencial en el mundo. De esta forma, el ser humano ha de confrontar, canalizar y elaborar las pulsiones en una serie de acciones, hábitos, lenguaje, expresiones, técnicas corporales, normas y conocimientos que darán paso a su conducta cultural, social y natural (individualidad).

Seguidamente, el capítulo se centra en descifrar las características primordiales del concepto de cultura y su vinculación con el término de civilización.

Cultura significa cultivar, cuidar, practicar, honrar. Por tanto, aplicado al ser humano, supone el cultivo de la persona, la formación de las cualidades personales. 

Asimismo, el concepto de cultura entendido como civilización, se asocia a la nación francesa y supone la generalidad de la cultura humana. Por otro lado, se encuentra el término de cultura que, por parte de los teóricos alemanes, identifican ésta con la religión subjetiva, con la filosofía y el arte, mientras que determinan a la civilización para designar los objetivos tecnológicos y las actividades relacionadas con la información en la sociedad. 

La cultura para los clásicos de la sociología surge, por un lado, a través de la concepción de Marx, que determina que las ideas y la conciencia derivan a partir de la existencia social y la base material de la sociedad, con gran influencia en la sociología del conocimiento y de la cultura, y que determina la existencia social, real y efectiva del ser humano.

Max Weber establece que los valores son agentes fundamentales en la sociedad y en su transformación. Así determina que la moralidad y educación protestante han sido fundamentales para el desarrollo del concepto de profesión.

Para Durkheim, su concepción de cultura y conocimiento se encuentra presente en su obra "Formas Elementales de la Vida Religiosa" donde explica sus ideas básicas sobre los procesos de elaboración colectiva y la capacidad "de idealizar". Es así como el ser humano genera representaciones colectivas a través de la vida en común.

Por otro lado, Simmel establece una relación entre la "cultura objetiva" con la individualidad y vida urbana. Insiste en que en la ciudad existen mayores posibilidades para expresar la propia naturaleza y así conseguir una singularidad de la existencia, una particularidad que no nos es impuesta por otros.

Mannheim proporciona distintas definiciones de sociología de la cultura, detallando el estudio de aspectos como: los procesos mentales, significado, ideas, símbolos, imágenes u obras. Asimismo, el autor diferencia entre una sociología general, que se ocupa de los mecanismos de la asociación y la sociología de la cultura, que analiza las imágenes, los símbolos y significados asociados a mecanismos elementales más básicos.

En relación a este concepto, como es la cultura, ésta presenta una naturaleza dinámica que se manifiesta en las tradiciones culturales, en la transmisión de las cosas. 
La acción tradicional es una actividad grupal o comunitaria dentro del contexto de colectividad y destinada a cuidar de la transmisión de "dichas cosas". Por ello, se puede afirmar que la tradición emana una totalidad dinámica: la reproducción dinámica de un conjunto de prácticas comunitarias que se entienden como potencialmente implicadas en el ejercicio de transmisión. 

Respecto a las tradiciones festivas, la sociabilidad adquiere sus formas específicas a través de ellas, "sociabilidad festiva".
Los agentes implicados en la sociabilidad festiva son las familias y las redes de amistad y vecindad. La tradición se transmite a través de las generaciones mediante un ejercicio constante de actividades que se reproducen en los contextos dominados por la sociabilidad. 
El clima de confianza que se genera hace posible los procesos de imitación tan primordiales en el aprendizaje de las "cosas" que se transmiten de generación en generación.

Por último, el capítulo finaliza haciendo mención al concepto de cientificismo e industria cultural, poniendo en auge el papel de la ciencia y de la tecnología moderna, en su afán por dominar la naturaleza, lo que ha contribuido a generar la actual crisis ecológica, así como el interés por resaltar la diversidad, el solapamiento cultural y la singularidad, que contribuye a evidenciar las desigualdades socio-culturales y el dominio de unas culturas sobre otras.

En relación a la temática presente en dicho capítulo, propongo un artículo científico relacionado con ésta y denominado:

Trobat, M. (2023). "Apuntes para la interpretación sociológica de las consecuencias socioculturales y educativas de la Cibercultura en la era de la globalización". Tomo 28, Nº56: 169-206.


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